A ver, hoy voy a centrar el foco en otra relación familiar que provoca grandes frustaciones y a la vez enormes satisfacciones. Me refiero a los hijos.
Cuando son bebes debemos atender sus necesidades, ojo, sus necesidades, no las nuestras, que algunos padres ya desde pequeños trasmiten a sus hijos un espíritu competitivo con el objetivo de que sea el próximo Messi de turno. Debemos cubrir sus necesidades, no las nuestras. No nos liemos.
Los bebes se hacen niños, van creciendo y sus necesidades cambian. Vamos a atenderlas, y repito, las suyas, no las nuestras
Se van haciendo adolescentes y debemos de seguir cubriendo sus necesidades y así hasta el final
Fácil, ¿verdad?
Pero ¿qué sucede en realidad? Pues nos fijamos un poco en algunas familias y podemos ver cosas como estas
Una madre que tiene que atender las "obligaciones" de su trabajo, su casa y además su familia.
Esta madre tiene una creencia incrustada, por la educación que ha recibido, de que hay que tenerlo todo impecable, todo impoluto y tener siempre una sonrisa en su cara para sus hijos.
Son muchas cosas por hacer
Al principio, la madre se enfrenta a todas ellas, pero no, no hay manera, son demasiadas las tareas que "tenemos" que hacer
Poco a poco, el estrés y la sobrecarga física hace mella en esta mujer y se muestra irascible y enfadada la mayor parte del día
Y con esa actitud, sigue criando a sus hijos día a día
Vaya, ahora la relación madre - hijo no es lo suficientemente amorosa y eso dejará huellas y traumas emocionales a sus hijos
¿Qué sucede con esta madre y sus límites?
Pues que esta "buena" madre se está saltando sus límites constantemente. No es capaz de elegir lo que puede hacer de entre todo lo que "tiene" que hacer
Esta madre, no centra su atención en ella y no es capaz de fijarse en su propio deterioro físico, cognitivo y emocional
No respeta sus límites porque no se mira a sí misma
Sigamos
Miro hacia otra familia y veo que los padres se han convertido en taxistas de sus hijos. Es decir, hacen una tarea, que no tienen porqué hacer, de mala gana, a regañadientes, sin una sonrisa en su cara
No son capaces de salvaguardar su propia alegría
Se han saltado sus propios límites
La sociedad les ha dicho que para ser buenos padres tienen que hacer de taxistas y se lo han creído
Se lo han creído tanto que lo hacen de malagana, pero ahí los tienes, todo por el "bien" de sus hijos
Otra mirada al horizonte y me encuentro los famosos fines de semana de fútbol o similares (tenis, actividades culturales, etc...) donde muchas familias rompen su armonía para que sus hijos puedan desarrollar estas actividades tan "importantes" para su futuro.
La mayoría de los padres empiezan de buen agrado esta actividad, hasta que se convierte en una cárcel de fin de semana, o peor, de toda la semana, porque claro, también están los entrenamientos, los ensayos, etc...
También conozco padres e hijos que disfrutan de estas actividades, pero para la mayoría es una tortura malaya, gotita a gotita, va haciendo mella en la armonía familiar
Y digo yo, ¿no pueden los hijos desplazarse habitualmente a sus actividades y quedadas? ¿porqué no?
¿Porque va a venir el coco y se los va a comer?
¿Porque no van a ser los futuros Messi. Nadal, etc...?
¿Porque es muy conflictivo decirle al hijo que no, que si quiere hacer esa actividad se tiene que ir por sus propios medios?
Este otro caso es espeluznante
Unos padres sobreprotectores, ahora tienen que enfrentarse a su hijo de 30 y muchos años que sigue viviendo en su casa
El niño, no ha prosperado económicamente y bueno, la solución es que se compre un piso para irse a vivir a él, pero eso sí, la hipoteca la piden los padres
Si, si, esto existe. Parece un chiste, pero no lo es
El niño se tendría que ir de alquiler y pagárselo él mismo. Ya cuando pueda, que se compre un piso
Pero claro, toda una vida de sobreprotección paternal hay que romperlo ahora y evidentemente no es plato de buen agrado. Es lo que hay, y los padres tendrán que hacer frente a esta situación que es buena para el hijo y para ellos, aunque inicialmente parezca lo más malo del mundo mandar a un hijo con 30 y muchos años a la calle
En fin, y así, poco a poco, es como enseñamos a nuestros hijos a no respetar los límites. Ni los nuestros, ni los suyos
Eso sí, no veas cómo chuta los penaltis la niña y cómo baila el niño el lago de los cisnes. Unos cracks
Ya si eso, lo de los límites, los nuestros y los suyos, lo dejamos para otro momento. O mejor, que lo aprendan ellos cuando puedan